Este 23 de septiembre, acercándose a los 80 años de su génesis, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) dio inicio a la Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York, Estados Unidos, donde el debate en torno a los conflictos bélicos actuales permaneció encendido.

Como parte de esta celebración rumbo a 80 años de presencia global, la Asamblea buscó que los funcionarios de las Naciones Unidas y los líderes mundiales construyeran un diálogo de reflexión en torno al camino que se ha forjado sobre las promesas de este sistema receptivo, inclusivo y multilateral para todas las naciones bajo el titular “Juntas y juntos somos mejores: más de 80 años al servicio de la paz, el desarrollo y los derechos humanos”.

No obstante, además de diálogos que destacan temas como el medio ambiente y la lucha por la igualdad de género, esta Asamblea se cierne sobre un panorama socio-político muy complejo a nivel global,  ilustrado actualmente por los conflictos bélicos en Asia Occidental y que, de alguna manera, va a contracorriente con la consigna de la celebración por el 80° aniversario.

Como consecuencia suscitada tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, la ONU surge de una iniciativa planteada por el entonces Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosvelt, que ilustraba un organismo con el propósito de evitar posibles conflictos internacionales y evitar cometer los mismos errores que desencadenaron este conflicto.

Con el paso de los años, esta Organización no sólo incrementó el número de Estados Miembro que habrían de participar en consiguientes acciones promovidas por esta organización, también diversificó sus funciones, apelando a intereses globales que iban más allá de guardar la paz y la conciliación entre naciones. Como la creación de ONU mujeres, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, y más de 500 tratados que contemplan ejes como derechos humanos, refugiados, desarme, protección de los océanos, entre otros.

Si bien la ONU se destaca por cimentar sus funciones en torno a la paz, la protección de los derechos humanos e incluso la distribución de ayuda humanitaria ante catástrofes de origen natural o humano, la Organización se encuentra en una encrucijada que aparenta contradicción por la presunta falta de acción y respuesta ante el conflicto por la Franja de Gaza, que además ya ha obtenido la categoría de genocidio por la misma comisión investigadora de la ONU.

Por otro lado, aunque las Naciones Unidas han  buscado promover su figura como un organismo de conciliación, la clasificación de la nación palestina como observadora de las Asambleas y no como Estado miembro de la Organización despierta un hecho sin precedentes no sólo en su historia, sino también en el contexto político global.

Hasta el momento 152 países, de los 193 que conforman la ONU, han reconocido finalmente a Palestina como Estado legítimo, lo que ha generado una nueva ola de opiniones entre sus participantes, entre los cuales destacó el Presidente Donald Trump al declarar que reconocer a Palestina como Estado sería como un “obsequio” para Hamás.

Reconocer a Palestina como Estado resulta relevante en el contexto actual, y de la misma manera en  su presencia dentro de la ONU, ya que además de ser el precedente de su posible lugar como Estado miembro de la ONU, también implica su existencia como persona jurídica internacional con deberes y derechos ante el panorama mundial, por lo que declaraciones como las de Trump o la Presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha formado parte de los líderes mundiales en favor de reconocer al Estado Palestino, tienen un peso importante en la evolución y las implicaciones que conllevan esta serie de sucesos.