
Mujer, hija, madre de Renata y Ana Pau; y escritora de “Mi mamá es un monstruo”, Azalea Garza nació el 06 de septiembre de 1991 en Monterrey, Nuevo León.
Durante su infancia, la comunicación con su madre fue complicada, ya que explica que se sentía juzgada y señalada, acciones que la hacían sentir una persona “decepcionante” para sus padres y seres queridos. Sin embargo, creció y conoció a Carlos, su mejor amigo y quien mas tarde seria su esposo y padre de sus hijas.
En ambos embarazos Azalea tuvo depresión post – parto, sin embargo, en ese momento no lo sabía, solo tenía síntomas que describe como mareos, un sentimiento de tristeza profunda e inseguridades, incluso en alguna ocasión, su madre le advirtió que era probable que tuviera una parálisis facial. No era un buen momento en su vida, no solo se sentía mal física y sentimentalmente, sino que también pasaba por problemas económicos y otras situaciones de la vida diaria de las que no veía salida.
Pese a que la mami de Renata y Ana Pau, pasó por episodios difíciles y frustrantes durante los primeros años el cuidado y la crianza de sus hijas, el momento en el que Azalea se dio cuenta de que necesitaba ayuda fue durante un viaje en el coche con su hija Renata, mientras se trasladaba de casa de su madre a su casa. Era un camino de aproximadamente 15 minutos, Aza se sentía cansada, iba conduciendo y su hija lloraba descontroladamente en el asiento de atrás. Pese a los intentos por tranquilizarla tratando de entretenerla, en un impulso, Aza tomó a un peluche y lo aventó para tratar de tranquilizarla, sin embargo, su hija intensificó el llanto, acto que la obligó a orillarse, dándose cuenta que Renata tenía una pequeña herida que ocasionó un sangrado en la cara de la menor, hecho que marcó a la madre de la menor para siempre.
Pese a que esta acción dejó una huella en Azalea, ella no se quedó de brazos cruzados y aunque asegura que tras esta acción pasaron otras situaciones similares, ella logró identificar que sus sentimientos e impulsos no eran normales. Este momento es de suma importancia, tomando en cuenta que hay personas que nunca se dan cuenta de que se encuentran mal emocional y psicológicamente, lo que impide que haya un cambio de comportamiento o bien, haya apertura a la búsqueda de ayuda.
Actualmente, una de las actividades favoritas de la autora es el baile, en él puede expresarse y hacer lo que ama. Aza asegura que los avances que ha tenido y el llevar a cabo otras actividades, ha sido, en parte, gracias a la red de apoyo que tiene, su esposo Carlos, su compañero y mejor amigo.
En entrevista para POPULUS, Azalea confesó que la terapia ha sido de gran ayuda para ella, y hoy, es una mujer resiliente que gracias a su voluntad y la ayuda de profesionales, puede contar su historia a través de un libro “Mi mamá es un monstruo”, obra que fue creada en conjunto con sus hijas. Esta obra narra la historia de dos pequeñas que le temen al monstruo en el que su madre se convierte cada vez que se enoja; aunque escrita desde la perspectiva de su hija Renata, Azalea asegura que esta obra es también un libro para que otros padres y madres puedan sentirse identificados con uno de los personajes principales que en la vida real puede ser personalizado por cualquier padre o madre de familia.
La autora creó esta historia por algún tiempo y no fue hasta que no la tuvo lista que le dijo a su esposo Carlos que ya la estaban buscando editoriales extranjeras para apoyarla en publicar el libro, sin embargo, para Aza era importante la aprobación de sus padres. Este acto de empatía resultó ser positivo, ya que sus padres tuvieron la oportunidad de leerlo y le dieron su aprobación, algo que le dio tranquilidad a la autora.
Actualmente la obra puede encontrarse por medio de las librerías Gandhi, Mercado Libre y debido al alcance que ha tenido, Amazon ya lo distribuye en países como Estados Unidos, Alemania, Italia, Francia, Canadá, Chile y por supuesto en México. Así que ve por el tuyo.
Azalea Garza es un ejemplo de resiliencia, amor, aceptación y fortaleza. Una hija herida, una madre en proceso de sanación y un ejemplo de lo que miles de madres y/o padres de familia viven a diario con sus hijos, pero no solo toca a los padres de familia, es también, un recordatorio que todos tenemos heridas y en un mundo en donde la violencia está tan normalizada, si bien, podemos ser heridos o herir, es nuestra responsabilidad, aceptar, sanar y aplicar el conocimiento, para sanar.