
México es un país rico en tradiciones culturales y culinarias que han sido transmitidas de generación en generación. Entre estas tradiciones, los alimentos ancestrales ocupan un lugar especial, ya que no solo son parte de la dieta diaria, sino que también están intrínsecamente ligados a la identidad nacional. Tal es el caso del maíz, uno de los alimentos que representa un legado agrícola y gastronómico que merece ser preservado y valorado.
El maíz es sin duda el alimento ancestral más emblemático de México. Considerado sagrado por muchas culturas indígenas, este cereal ha sido la base de la alimentación mexicana desde hace más de 7,000 años. Su versatilidad permite su uso en múltiples formas: tortillas, tamales, atole y muchos otros platillos típicos, que en el marco de las celebraciones patrias toman protagonismo.
Sin embargo, aunque México es reconocido como uno de los principales productores de alimentos a nivel mundial, se enfrenta a la autosuficiencia en dos de los pilares que representan la dieta nacional, el maíz y la carne, ambos consumidos por el 80% de la población. En lo que va de este año 2025, México ha comprado a Estados Unidos aproximadamente 586 mil toneladas de maíz blanco, una marca que incluso ha superado a cifras reportadas en 2024.
Nuestro país cuenta con 64 razas de maíz, de las cuales 59 pueden considerarse nativas, ante este escenario en que México busca recuperar la autosuficiencia económica, es crucial promover y proteger esta herencia gastronómica, asegurando que futuras generaciones puedan disfrutar y aprender sobre la rica biodiversidad y la sabiduría ancestral que estos alimentos representan.
La integración de estos productos en la dieta contemporánea no solo contribuye a la salud personal, sino que también fortalece el tejido cultural de una nación profundamente arraigada en sus tradiciones. Pues, además, el maíz no solo es un alimento; en la cosmovisión indígena, representa unión, fertilidad y conexión con la tierra.