
Iztapalapa, piedra labrada sobre el agua, como lo ilustra su significado en Náhuatl, tiene su origen como ciudad erigida sobre el antiguo lago de Texcoco y actualmente puede considerarse una de las alcaldías más grandes y famosas de la Ciudad de México, con una historia vinculada a los antiguos señoríos de Culhuacán y Mexicaltzingo(Así es, los mismos nombres que dan identidad a dos de las estaciones de la línea dorada del metro de la Ciudad de México).
Se encuentra al oriente de la capital con una población de más de un millón 835 mil habitantes, siendo la alcaldía con mayor índice de habitantes. De esta población más de 290 mil personas tienen una ocupación para su sustento, en su mayoría se relacionan al sector manufacturero, al comercio y a la prestación de servicios, que día a día encuentran su camino de ida y vuelta entre los vagones del metro, el rugir de los microbuses y el desliz del cable bus (el cuál es considerado como la línea de teleférico más grande de América Latina).
Aunque hoy en día todas y todos tenemos una imagen propia actual de la alcaldía, lo cierto es que tiempo atrás era una de las tantas áreas en que la producción agropecuaria se mantenía muy activa, dibujando paisajes y horizonte muy distintos a los que se acostumbra a caminar y ver.
Además de las posibilidades agrícolas, la alcaldía también se caracterizaba por la crianza de animales domésticos. Desde burros hasta vacas, los barrios de Iztapalapa compartían su sonoridad con estas criaturas. Sin embargo, con el desarrollo urbano de la Ciudad de México, la alcaldía pasó a convertirse en un área mayormente urbana y en uno de los principales receptores migratorios, albergando a personas de otras partes del país y gradualmente disminuyendo el área de tierra fértil, así como de la posesión de fauna doméstica.
A pesar de la creciente urbe, con el paso del tiempo, los habitantes de Iztapalapa han sido testigos del florecer cultural con la construcción de espacios dedicados al arte, al aprendizaje y la formación de comunidades, como las Utopías y los PILARES, así como la primer escuela de cine comunitario y fotografía en todo Iztapalapa llamada Pohualizcalli o “casa de las historias” si la llevamos del náhuatl al español. Incluso ha sido el escenario cinematográfico para personajes como Gael García y Javier Solís.
Iztapalapa, en su creciente desarrollo, tampoco deja atrás la herencia cultural, y la abraza firmemente en las calles de sus ocho barrios originales, entre los cuales surgen tradiciones muy reconocidas como Semana Santa y la representación del Vía Crucis, las fiestas patronales, o la fiesta que cada barrio celebra bajo sus propias tradiciones.
De la misma forma que Iztapalapa tiene centenares de reflejos ante los ojos de cada ciudadano y ciudadana, esta “Piedra labrada sobre el agua”, guarda en su esencia las diversas tradiciones, historias de cada calle que la conforman y los contextos de cada persona que la habitan, lo que la dota de una identidad que puede llegar “de Iztapalapa, para el mundo”.