
Francia aprobó una ley histórica que consiste en poner un precio al abuso, freno a la publicidad de las marcas ultra-fast fashion y apoyo real a quienes producen con responsabilidad, esto luego de que marcas como Temu y Shein producen grandes cantidades de ropa barata, lo que fomenta la compra impulsiva y la necesidad de estar a la moda que está dejando en quiebra a comercios de ropa locales.
Uno de los mayores problemas asociados con el fast fashion es su impacto ambiental, ya que la producción masiva de ropa contribuye a la contaminación del aire y del agua, así como al aumento de residuos textiles.
Se estima que cada año, alrededor de 92 millones de toneladas de residuos textiles son generados a nivel mundial, y que muchos de estos productos están hechos de materiales no biodegradables que tardan años en descomponerse.
Ahora, se cobrará por cada prenda vendida y el precio irá desde los cinco hasta los diez euros, así como también queda prohibida toda publicidad de marcas.
El dinero recaudado de las multas se utilizará para el reciclaje textil, para apoyar la producción responsable de prendas y fomentar el empleo local en moda sostenible.
La consciencia sobre la moda rápida ha crecido de manera significativa en los últimos años. Este fenómeno, que promueve la producción masiva y el consumo desmedido de prendas, tiene un impacto devastador en el medio ambiente y en las condiciones laborales de millones de trabajadores. Hoy Francia, no solo ayuda a mitigar el daño ecológico, sino que también fomenta un cambio positivo en la industria.