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¿Comienza la “Muerte” del cine?

"El cine ha muerto". Estas son algunas de las afirmaciones que se han visto en redes sociales tras la reciente noticia del acuerdo de Netflix para adquirir los estudios de Warner Bros, Discovery y HBO por más de 82 mil millones de dólares. Información que ha sacudido la industria del entretenimiento. Aunque la operación enfrenta desafíos (como una oferta rival de Paramount y posible revisión gubernamental), el debate sobre las implicaciones de esta posible fusión histórica está servido. Netflix, que comenzó como una modesta empresa de alquiler de películas, es ahora un gigante del streaming. Su ascenso es irónico: a principios de los 2000, Blockbuster subestimó a Netflix y rechazó comprarla por apenas 50 millones de dólares, una cifra minúscula comparada con su valor actual. Pero, ¿qué hay más allá de este crecimiento? La noticia ha generado preocupación global, principalmente por una implicación clave: la consolidación de Netflix como la plataforma dominante de contenido digital. Expertos y análisis de consumo han identificado una nueva conducta del usuario: muchos ven series o películas mientras realizan otras actividades o usan redes sociales. Esta multifuncionalidad impulsa una supuesta necesidad de mercado: crear contenidos menos profundos y más estimulantes que se adapten a esta tendencia. La transacción no solo implica la fusión de estudios, sino también la adición del prestigioso catálogo de HBO Max. Surge la preocupación sobre la gestión del contenido por parte de Netflix: lanzar mucho, pero tal vez poco relevante, y un modelo actual que presuntamente fomenta la inmediatez, permitiendo "devorar" series completas en días, a diferencia del tradicional suspenso semanal. Ante este panorama, Warner se caracterizaba por manejar tiempos de proyección más largos, pensados para la experiencia inmersiva del cine. Con el control potencial de Netflix, el temor es que las salas de cine pasen a un segundo plano, priorizando los lanzamientos directos a streaming y reduciendo las producciones para la gran pantalla. Sin embargo, Netflix ha asegurado que las películas de Warner Bros seguirán en los cines tras la compra. No obstante aún queda un desenlace por escribir, ya que esta operación, considerada como una de las más grandes que ha visto la industria del entretenimiento en más de 10 años permanece en un horizonte incierto marcado por el escrutinio público y regulatorio, ante un escenario que podría vulnerar la libre competencia. Pues incluso el Presidente Donald Trump ha manifestado que esta fusión podría representar problemas de concentración de mercado. Lo que también dibuja este horizonte en un escenario político

“El cine ha muerto”. Estas son algunas de las afirmaciones que se han visto en redes sociales tras la reciente noticia del acuerdo de Netflix para adquirir los estudios de Warner Bros, Discovery y HBO por más de 82 mil millones de dólares. Información que ha sacudido la industria del entretenimiento. Aunque la operación enfrenta desafíos (como una oferta rival de Paramount y posible revisión gubernamental), el debate sobre las implicaciones de esta posible fusión histórica está servido.

Netflix, que comenzó como una modesta empresa de alquiler de películas, es ahora un gigante del streaming. Su ascenso es irónico: a principios de los 2000, Blockbuster subestimó a Netflix y rechazó comprarla por apenas 50 millones de dólares, una cifra minúscula comparada con su valor actual.

Pero, ¿qué hay más allá de este crecimiento? La noticia ha generado preocupación global, principalmente por una implicación clave: la consolidación de Netflix como la plataforma dominante de contenido digital.

Expertos y análisis de consumo han identificado una nueva conducta del usuario: muchos ven series o películas mientras realizan otras actividades o usan redes sociales. Esta multifuncionalidad impulsa una supuesta necesidad de mercado: crear contenidos menos profundos y más estimulantes que se adapten a esta tendencia.

La transacción no solo implica la fusión de estudios, sino también la adición del prestigioso catálogo de HBO Max. Surge la preocupación sobre la gestión del contenido por parte de Netflix: lanzar mucho, pero tal vez poco relevante, y un modelo actual que presuntamente fomenta la inmediatez, permitiendo “devorar” series completas en días, a diferencia del tradicional suspenso semanal.

Ante este panorama, Warner se caracterizaba por manejar tiempos de proyección más largos, pensados para la experiencia inmersiva del cine. Con el control potencial de Netflix, el temor es que las salas de cine pasen a un segundo plano, priorizando los lanzamientos directos a streaming y reduciendo las producciones para la gran pantalla. Sin embargo, Netflix ha asegurado que las películas de Warner Bros seguirán en los cines tras la compra.

No obstante aún queda un desenlace por escribir, ya que esta operación, considerada como una de las más grandes que ha visto la industria del entretenimiento en más de 10 años permanece en un horizonte incierto marcado por el escrutinio público y regulatorio, ante un escenario que podría vulnerar la libre competencia. Pues incluso el Presidente Donald Trump ha manifestado que esta fusión podría representar problemas de concentración de mercado. Lo que también dibuja este horizonte en un escenario político.

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