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Mente asesina, el Caníbal de Atizapán

Mente asesina, el Caníbal de Atizapán

¿Y si un día descubres que ese delicioso platillo que degustaste no era carne de cerdo o de res, sino carne humana?

Un colchón con fétidos olores, pardes con humedad y una tabla improvisada, manchada con sangre seca y restos de cabellos humanos. Este escenario se encontraba justo debajo del comedor, mismo en el que se comía carne con arroz casi todos los días, en una casa cualquiera, en un barrio común, entre vecinos que nunca pensaron que entre ellos había una fosa.

Sin embargo, el escondite de la muerte, ubicado en Atizapán de Zaragoza, no tardaría mucho en ser encontrado por agentes del Estado de México, quienes no esperaban encontrar lo que hallaron. En la cocina había cuchillos, en el refrigerador carne y en las paredes, fotografías de mujeres desaparecidas, sin embargo, fue al inspeccionar toda la casa que se dieron cuenta que en aquel cuarto de la planta baja había restos humanos.

Los restos fueron guardados minuciosamente en bolsas negras, fueron tan bien cuidadas que parecían parte de una colección personal; pero lo más espeluznante no era lo que había en el suelo, sino en el plato.

¿El responsable? Andrés Filomeno Mendoza Celis, un hombre que nació en 1947 en el municipio de Santiago Ixtlayutla, Oaxaca, a la costa sur del estado, una de las zonas más marginadas del país, un lugar en el que, en esos años, era imposible acceder a servicios básicos como la salud, educación y comida. No se sabe con certeza si tuvo hermanos ni si sufrió algún tipo de violencia familiar, sin embargo, se sabe que abandonó la primaria y migró siendo un menor de edad aún.

A la edad de 15 años llego al Estado de México, con la esperanza de que la capital fuera menos cruel que la sierra oaxaqueña. ¿sus “contactos”? sus manos trabajadoras, hambre y una disposición absoluta al silencio.

Se estableció en cuarto de Naucalpan en Estado de México y con la ayuda de trabajos informales se ganaba la vida; barriendo calles y ayudando a cargar ganado, fue en uno de esos trabajos, donde conoció a un carnicero que buscaba aprendices y ahí empezó todo.

Su primer empleo formal fue como ayudante de carnicería en el mercado de San Andrés Atenco; entraba antes de las seis de la mañana, su trabajo era lavar las tripas de los animales muertos. Su mandil terminaba lleno de sangre y grasa diariamente, pero no se quejaba y al contrario, aprendió rápido y dominó el arte de deshuesar en minutos. Sabía perfectamente en donde cortar sin dañar ningún músculo y a distinguir la carne tierna del cartílago duro y aprendió a identificar los órganos por su textura y color.

En un estudio publicado en 2015 por el Doctor Michael J. Alkire, se habla sobre la normalización de la violencia estructurada, y dan de ejemplo, el trabajo rutinario en rastros y mataderos y como este impacto puede desensibilizar a quienes llevan a cabo esta actividad. Es decir, cuando se cortan cuerpos a diario, ya no afecta la empatía hacia los animales y el dolor de los otros, ya que el horror se vuelve rutina.

Andrés vivió durante muchas décadas después en la calle Margarita, colonia Lomas de San Miguel en Atizapán de Zaragoza; un municipio urbano donde todos se conocen por nombre, pero nadie se conocer demasiado.

Este hombre participaba en juntas vecinales, saludaba a sus vecinos y fue electo presidente de la colonia e inclusive tenía llaves de casas ajenas, con la finalidad de ayudar a regar las plantas o hacer mandados. Nadie le tenía ni lo vigilaba, pero por dentro era un hombre solitario. No tenía familia, ni hijos, sin embargo, los vecinos aseguran que Andrés tuvo una pareja sentimental que lo abandono y que este abandono fue, según sus propias palabras “lo que lo quebró” siendo el abandono una figura emocional significativa.

Andrés tenia una libreta negra, en la que anotaba los nombres de sus víctimas, sin fechas ni apellidos, pero si los pesos de cada uno de los cuerpos; y así pasaron años, capturando, cortando, cocinando y en silencio. Cada cuerpo era un recordatorio de aquel trágico momento en el que se sintió abandonado. Sin improvisar, solo siguiendo su lógica interna perversa, pero coherente para él.

Un día, la puerta de su departamento se abrió y el olor a muerte salió por ese mismo lugar.

En mayo del 2021 la desaparición de Reyna González, una mujer de 34 años, madre de un adolescente y comerciante’ marcó el inicio de una de las investigaciones mas impactantes del país. Reyna era conocida por su carácter fuerte y dedicación como madre soltera, todas las mañanas abría su puesto en la zona centro de Atizapán.

Ese día salió temprano, vistió una blusa blanca, jeans y una bolsa cruzada. Desayuno con su hijo y le dijo que iba a visitar a Don Andrés, quien falsamente le había prometido que la ayudaría a conseguir un lugar para llevar a cabo su actividad comercial en el ayuntamiento. Este hombre no era desconocido, era una persona mayor que le ofreció ayuda, le hablaba de política y le daba ánimos, lo que a Reyna la llevó a confiar ciegamente en él, entrando a su casa, a su prisión sin salida.

Esa fue la última vez que Reyna fue vista con vida, para su hijo y su hermana, esta razón fue suficiente para buscarla por todas partes, sin descanso. Tras miles de llamadas a exparejas, amigos y familiares, nadie sabia nada, sin embargo, hubo quien aseguro haberla visto entrar a la casa de Andrés Filomeno; nadie, ni su familia ni amigos se imaginó que esa puerta no tenia salida. En ese momento, la pareja de Reyna era policía municipal y no estaba dispuesto a esperar, por lo que llevo a cabo su propia investigación y todos los rastros daban a la casa de Andrés, sin avisar a sus superiores ni nadie más, el marido de Reyna fue a la casa del adulto mayor acompañado de un colega y tras tocar la puerta, Andrés acudió a su entrada y le explico que Reyna se había ido tras unos minutos de conversación, sin embargo, algo no le cuadraba al marido de la mujer desaparecida.

Bruno con años de experiencia dijo que vio el miedo en la cara de este hombre y en la mínima oportunidad que tuvo, aventó al hombre y junto con su compañero, entraron a la casa, sin embargo, jamás espero ver lo que la escena contenía.  En la cocina había sangre fresca y en el suelo, una bolsa de color negro y de inmediato supo que su esposa no iba a regresar a casa tras identificar restos de Reyna.

Andrés confeso al momento que llevaba haciendo esta actividad hacía ya 15 años, confeso que las hacía pasar, les ofrecía comida y cuando estaban cómodas, las mataba.

Durante días, expertos en genética, policías y más, comenzaron a registrar la casa de Andrés. En los drenajes, el patio trasero y una habitación encontraron restos humanos. Cada objeto tenía una conexión con el horror. Los cuerpos eran de mujeres adultas jóvenes y por lo que se sabe, vulnerables.

Cabe destacar que las victimas estaban organizadas, por formas y tamaños, de acuerdo con el FBI a este perfil se le conoce como “asesino ritualista compulsivo con estructura perversa de control”. Lo que implica que el asesino repite un esquema y recrea una secuencia.

Andrés fue llevado al penal de Barrientos y admitió el asesinato de Reyna, pero no el de las demás mujeres, hasta hoy se han identificado al menos 19 víctimas.

En 2022 Andrés fue sentenciado a prisión vitalicia por el feminicidio de Reyna, además se le impuso una multa por reparación del daño a la familia de la víctima, que incluía gastos funerarios, atención psicológica y reparación del daño. Las hijas de las victimas quedaron en cuidado de terceras personas.

La sentencia indicó que Andrés “El caníbal de Atizapán” estaba consciente a la h9ora de hacer este atroz evento, mientras las otras mujeres, se presume que, pudieron haber victimas migrantes y personas de otros estados, en la actualidad se desconoce realmente el número total de víctimas, sin embargo, lo único claro en este tema es como Andrés escogía a mujeres abandonadas por el sistema’ por esta razón pudo operar en la impunidad por años.

Hace solo unas horas, se dio a conocer que Andrés se encuentra hospitalizado en el Hospital “Adolfo López Mateos” en Toluca, Estado de México. De acuerdo con los reportes, tiene complicaciones respiratorias y su estado de salud es delicado.

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